Dos bloques de concreto de doble altura unidos
a punta de fierro y vidrio, flanqueados
por vegetación tropical abrupta, son un indicio
de lo que se guisa en la cocina: platos que, a pesar
de su contemporaneidad, trascienden el tiempo
y no caducan con él.
Conviven aquí la nostalgia de la culinaria peruana
y la vanguardia, que experimenta sin traicionar
lo simple y tradicional, siempre generando
y albergando ese calor familiar que hace sentir
grato lo conocido, lo distendido y lo cotidiano.